La importancia de enseñar
música a los niños radica en la posibilidad de formar una generación que
recupere una capacidad natural, que es la de reconocer y disfrutar los diversos
sonidos de su entorno, distinguiéndolos del ruido. Esta importancia se lleva a
cabo en entornos cofigurativos (los niños y los adultos aprenden de sus pares)
y prefigurativos (los adultos también aprenden de los niños), por lo tanto se
requiere una educación que sepa partir desde la habilidades e intereses de los
niños, y darles la oportunidad de ponerlos en juego a través de procesos tan
activos y colaborativos como gratificantes. Para esto, se deben tomar medidas
concretas como:
1. Limpiar los oídos y
descubrir el paisaje: Los niños deben aprender a escuchar el mundo como si
fuera una composición; los sonidos principales (creados por la naturaleza u
algún sonido artificial típico de las áreas urbanas), las señales sonoras
(aquellos que se escuchan constantemente), y las máscaras sonoras (sonido único
en un determinado ámbito geográfico). Debe haber una “escuela de audición” para
entrenar la percepción auditiva y logran que los niños sepan afrontar el
problema de un medio ambiente que tiene sonidos y ruidos.
2. Descubrir el potencial de
los niños para crear su propia música: Se debe mantener vivo el espíritu
investigador para el quehacer musical creativo, se debe estudiar el sonido
haciendo sonidos en la clase, se debe plantear en la mente de los estudiantes
la chispa de un tema para que esta crezca, dotarlos de aprendizaje creativo que
suponga experiencias de ensayo error. Por último, es importante que el maestro
ceda su protagonismo a la actividad creadora de los niños, donde la educación
se oriente a una experiencia y descubrimiento.
3. Convertir la música en un
lugar de reunión de todas las artes: Se debe considerar la posibilidad de
síntesis de las artes, donde exista una materia integradora llamada “estudio de
los medios” o “estudio de sensibilidad y expresión”.
Por último, en cuanto a las políticas, se debe reconocer que la dimensión
personal y afectiva de los niños entró al currículo, pero no al aula, así como
tampoco entró el desarrollo creativo y divergente. Es por esto que se precisa
una pedagogía revolucionaria como la de Shafer, donde exista un encuentro de
todas las artes, una genuina explosión de la creatividad sensorial, y se
aproveche el inmenso potencial creativo de las jóvenes generaciones.
Comentario
Francisca Santini
No podemos continuar con esta educación musical normativa, de signos, lenguaje
y reglas, que impiden la explosión creativa de los niños. Esta forma de
enseñanza ha traído el descontento de las artes por parte de los niños, y por
el contrario de lo que plantea Shafer, no se ha sabido valorar el propio
entorno ya que se lo ha visto lejano a una composición musical y a las tareas
de los estudiantes. Debemos comenzar desde sus experiencias, habilidades e
intereses, para que la música cobre sentido en sus vidas y ellos puedan
aprovechar al máximo las capacidades creativas que tienen, y puedan expresar
sus sentimientos en una sociedad que reprime lo sensible.
Comentario
Rosario
Aguilar
Para
poder desarrollar el sentido de la música en los niños, lo más importante es
potenciar su creatividad e imaginación. Ellos deben sentir la música, aprender
a gozar con ella y más aún hacerla parte de su vida cotidiana. Sin embargo, el
sistema educativo tradicional no permite que los niños desarrollen sus
habilidades musicales y por ende, la música pasa a ser una asignatura más de
malla curricular. En la escuela seguimos cayendo en el error de enseñar signos y
formas de lenguaje musical y se pierde la valoración del entorno, el cual nos
entrega muchas herramientas artísticas que forman parte de la música. Lo más
importante es que los niños, a través de su creatividad,
logren darle un sentido a la música y la incorporen en su vida.